Rentable
En primer lugar, la creación y colocación de carteles es una manera barata de reunir clientes. El costo promedio para ejecutar un comercial de televisión de 32 segundos puede ser desde U$S250.000 a U$S400.000. El espacio de publicidad en Google o Facebook puede costar entre cincuenta centavos a U$S2 por cada clic en tu enlace por cliente. Con base en el tamaño de tu cartel, puedes imprimir uno desde U$S1 a U$S40. Dependiendo de la ubicación, este cartel potencialmente puede ser visto por cientos o miles de personas y, por algunos, más de una vez.
Eficaz
Si los carteles no fueran efectivos para la publicidad, no volverías a ver carteles de cine en las estaciones del subterráneo o carteles pegados en las paredes de los edificios. La cuestión es, cuanta más gente vea el anuncio de un producto, más probable será que vayan a echar un vistazo al mismo. Así, si un cliente ve tu cartel en un escaparate o en una cartelera, y luego ve un anuncio en un enlace de Google, es más probable que haga clic en ese anuncio.
Credibilidad
El uso de carteles para hacer publicidad ha sido una tradición por un tiempo muy largo. Por lo tanto, es un canal probado y eficaz para tal propósito. En comparación con otras formas de publicidad, los carteles son más creíbles para el público en general porque aparecen en los lugares públicos y son más accesibles. Así el producto sea legítimo o no, muchos consumidores confían en lo que ven en un cartel.
Controlable
Mientras que la publicidad en televisión e Internet puede ser orientada a tu público potencial, no hay ninguna garantía de que las personas específicas a las que está dirigida sean los que la vean. Digamos que diseñas un juego en línea de piratas y lo publicas en Google. Un estudiante puede escribir un informe acerca de la historia de Barbanegra, por lo que, cuando se realiza una búsqueda en Internet, tu anuncio aparece y se hace clic en él. Él no tiene ningún interés en tu juego, por lo que acabas de pagar por un clic en vano. Sin embargo, los carteles se pueden colgar en lugares donde se sabe que los verá el público al que los diriges. Por ejemplo, si eres un autor, al colocar un cartel en una librería o biblioteca garantizas que tu público lo mire.